El libro “Canfranc, La Última Frontera”, del valenciano Rafael González nominado a los premios Editorial Círculo Rojo en la categoría de novela histórica.
El Auditorio de Roquetas de Mar, el municipio almeriense donde está afincada la editorial de autoedición más importante de Europa, Círculo Rojo, ya comienza los preparativos para la gala que tendrá lugar el próximo 21 de febrero de 2020 y recibirá a los 36 finalistas que componen las doce categorías.
En Histórica y Ensayo, los finalistas son Memorias fugitivas de Macarena Muñoz, Almería bajo las bombas de Eusebio Rodríguez Padilla y Fran Martín y Canfranc, la última frontera de Rafael González.
Canfranc “La Última Frontera”
Tras sus dos trabajos, Héroes y Los Innombrables, Rafael González publica el libro que cuenta la increíble historia de una instalación ferroviaria adelantada a su tiempo en el pueblo de Canfranc, junto a la frontera francesa, una estación de tren faraónica tanto por su tamaño como por su corta pero intensa historia. Nazis, espías, oro robado a los judíos durante la ocupación del ejército alemán, en una España neutral en la segunda Guerra Mundial.
Un trabajo minuciosamente documentado en los archivos y en la propia estación donde Rafael González realizo un exhaustivo trabajo de campo, tanto de la historia de la estación internacional como de su entorno, en un bonito valle aragonés.
PATERNA AHORA
19 de Julio de 2019
Cultura y Sociedad
Al verlo, es imposible no acordarse del capitán Alatriste, Rafael es una persona disciplinada, amable y educada, en pocos minutos compruebas que puedes confiar en él, da la sensación que lo conoces de toda la vida, sus ojos azules llameantes prácticamente no parpadean, le gusta contestar mirándote a la cara, su voz suave aunque acelerada te muestra tranquilidad, es una persona con la que se puede estar horas y horas hablando, tras los primeros minutos te das cuenta que te inspira respeto pero mucha confianza, te sientes muy a gusto hablando de otros temas que nada tienen que ver con las preguntas de la entrevista, la distensión es más que evidente en poco tiempo.
Hoy entrevistamos a Rafael González sobre su tercer libro, Canfranc, La última Frontera.
A 18 kilómetros de Jaca se encuentra el pequeño pueblo aragonés de Canfranc, hogar de una de las estaciones de ferrocarril más espléndidas de la primera mitad del siglo XX. Enclavado en un frío valle se ubica este majestuoso edificio, inaugurado por Alfonso XIII en 1928. La mitad derecha pertenecía al gobierno español, la otra al francés. Trabajadores de ambos países ocuparon durante años unas vías construidas para acercar España al resto de Europa.
Sin embargo, la Guerra Civil y la II Guerra Mundial escribieron una historia más oscura para la estación de Canfranc. Entre 1942 y 1944, sus paredes fueron testigo de una de las tramas de espionaje más elaboradas en España. Por un lado, soldados de la Gestapo se instalaron en ella para reprimir la resistencia del sur de Francia e impedir el paso de judíos a España. Por el otro, los partisanos franceses atacaban los trenes alemanes cargados con provisiones de wolframio y carbón, recién salidos de las minas asturianas. Y por si todo esto no fuera suficiente, la figura del jefe de aduanas Albert Le Lay todavía complicaba más las cosas, al tiempo que espiaba a los nazis con los que convivía, ayudaba a los judíos a traspasar la estación.
Teresa Navalon
Canfranc, la última frontera, bien podría haber sido el guion de la última serie de Netflix. Sin embargo, este libro cargado de intrigas y corruptelas está basado en una historia muy real, la de la estación de ferrocarril que le da nombre y que, entre los años 1942 y 1944, fue escenario de una megatrama de espionaje en la que los nazis y las resistencias francesa y española se enfrentaron frontalmente. La estación de Canfranc fue, en su momento, la segunda más grande de Europa. El autor Rafael González, que realizó un estudio exhaustivo antes de escribir el libro, explica que contaba con una reserva del Banco de España, un hotel y un casino. “La verdad es que recuerda un poco a la esencia del Titanic, una estación tan grande, enclavada en un valle suma mente pequeño”, concluye al respecto.
En cuanto a la narrativa, el escritor destaca que el primer capítulo está dirigido a explicar de manera superficial la historia del pueblo de Canfranc y todo lo que hay a sus alrededores. Sin embargo, reconoce que el grueso de la escritura recae sobre los convulsos años de la II Guerra Mundial. Hasta 1945 la esvástica ondeó sobre la estación de Canfranc. Efectivos de la Gestapo escogieron este edificio como un enclave estratégico para sus planes. Por un lado, controlaban los trenes que salían de España hacia Europa, que iban cargados con el carbón y el wolframio que salían de las minas asturianas y que Franco enviaba a Hitler como pago a su colaboración en la Guerra Civil Española. Estos eran habitualmente atacados por la resistencia del sur de Francia, que nunca aceptó la conquista nazi.
Por el otro lado, la Gestapo también debía asegurar los trenes que venían en la otra dirección, de Europa a España. Estos bien podían venir cargados con el oro que Hitler expoliaba a los países ocupados o, en el peor de los casos, por judíos que trataban de escapar de la peligrosa Europa. Y aquí es precisamente donde entra la tercera figura en disputa: Albert Le Lay, jefe de aduanas de la estación y maestro en el arte del espionaje. Le Lay fue considerado tras la guerra como un héroe, pues se jugó la vida ayudando a decenas de judíos a cruzar la frontera francesa sin que los nazis que convivían pared con pared lo descubrieran. “Albert Le Lay también utilizaba a personas que no resultaban sospechosas para espiar a los alemanes. Por ejemplo, estaba compinchado con dos chicas de 16 o 17 años, no más, que eran las costureras que arreglaban los trajes a los nazis. Entonces ellas se metían en las fajas papelitos con todo lo que escuchaban, se iban en tren a Zaragoza y se lo entregaban a un cura, que a su vez viajaba a la embajada de Inglaterra en Madrid para dárselos a los Aliados” explica Rafael González.
“La trama de espionaje era brutal” continúa “y Canfranc fue un punto clave por muchos motivos. Primero, porque era la base desde donde los nazis intentaban acabar con la resistencia francesa, que estaba poniendo las cosas muy complicadas a Hitler. Luego, porque también era un punto de espionaje para los franceses. Pero además, la presencia de la propia Gestapo en Canfranc, en España, aviva las teorías de que si Hitler hubiera ganado la II Guerra Mundial, España habría sido su siguiente objetivo” concluye. “El último capítulo de la historia oscura de Canfranc fue en los últimos meses de la guerra, pues muchos nazis la utilizaron como paso para huir de Europa. Se especula que el propio Menguele llegó por ahí a España para luego huir a Sudamérica” expone el autor.
Todas estas historias y muchas más quedan plasmadas y desarrolladas en Canfranc, la última frontera, que constituye el tercer libro del autor. Rafael González es un militar afincado en Paterna, que hace un par de años decidió dar el paso de debutar con su primer libro “Héroes”, “escribir es como una droga, una vez empiezas no puedes parar” comenta. Todos sus títulos pueden comprarse directamente de su página web y por los canales tradicionales de Amazon, El Corte Inglés , La Casa del Libro y Fnac.